2. Introducción


2.    Introducción

El tratamiento del cáncer, incluye una serie de procedimientos terapéuticos encaminados a conseguir el control de la enfermedad neoplásica, mediante una reducción de la masa tumoral, de forma más o menos completa, lo que se traduce en la curación del proceso o en un significativo aumento de supervivencia.

Dicho de otra forma, podríamos asumir que existen tratamientos de intención radical curativos, frente a otros de clara intención paliativa. Entre los tratamientos se encuentran, por orden de aparición cronológica, la Cirugía, Radioterapia, Quimioterapia, Hormonoterapia, Modificadores de la Respuesta Biológica, Tratamientos de Soporte y Terapia Génica.

Estas medidas terapéuticas, capaces de detener el crecimiento tumoral y erradicarlo en mayor o menor medida, son obviamente de variada naturaleza y su aplicación depende del tipo de tumor, su localización, tamaño, etapa evolutiva y otras condiciones biológicas del huésped. Cada tumor o situación evolutiva, plantea una estrategia variable, combinada, alternativa o sucesiva en el tiempo, dependiendo de parámetros relacionados con la extensión tumoral, la propia historia natural y biología del tumor considerado o condiciones afines al tipo de neoplasia, cinética celular y factores pronósticos.

Esta forma de actuación está recogida en protocolos terapéuticos basados en estudios y ensayos clínicos, que han sido realizados en grupos cuantitativamente importantes de pacientes, cuyos resultados han demostrado de forma significativa, eficacia y beneficio en determinado tumor o situación evolutiva.

Las diferencias en los tratamientos, crean a veces ansiedad y confusión entre el paciente y sus familiares, al ver variaciones terapéuticas ante casos aparentemente similares. Por eso debe aclararse, que a cada caso, le corresponde un tratamiento diferente y personalizado. Las decisiones se toman dentro de los llamados Comités de Tumores, en los que se discute y elige la mejor opción para un paciente determinado en función de su diagnóstico histológico y de una serie de características llamadas Factores Pronósticos entre los que se incluyen variables como la edad, sexo, estado general, localización, grado histológico, TNM o expresión de oncogenes, para los que existen y se conocen pronósticos bien establecidos.

En los Comités de Tumores intervienen Oncólogos Médicos, Cirujanos, Oncólogos Radioterapéutas, Patólogos, Radiólogos y los diversos especialistas que han estudiado al paciente según el tipo de tumor considerado. Casi nunca hay una opción única, y en general, los pacientes reciben tratamientos combinados, intentando con ello, conseguir el mayor beneficio terapéutico posible. Esta forma de actuar, llamada Tratamiento Multidisciplinario, constituye unos de los grandes logros de la Oncología moderna.

Históricamente, la Quimioterapia se inicia en los años cuarenta después de un episodio accidental que dio luz a nuevas posibilidades terapéuticas. En el año 1943, un barco anclado en el puerto de Bari, cargado con Iperita o Gas Mostaza empleado en las dos Guerras Mundiales como arma química, hizo explosión causando numerosas víctimas. Entre los supervivientes expuestos se produjeron casos de aplasia linfoide, lo que llevó a su utilización como inhibidor de la población linfoide tumoral en linfomas y leucemias, llevado a cabo por vez primera en el año 1943 por el Yale Cancer Center manteniéndose como secreto de guerra hasta el año 1946.