4. Diagnóstico


4.    Diagnóstico

Las manifestaciones clínicas de la enfermedad varían en función de la zona en la que se encuentre el tumor y la extensión del mismo. Hemos de recordar que con mayor frecuencia se diagnostican pacientes que no sufren síntoma alguno de su enfermedad. Los tumores que asientan en la zona periférica suelen ser asintomáticos en estadios precoces. Aquellos que asientan en la zona de transición presentan manifestaciones de prostatismo, ya que el tumor va a comprimir la uretra prostática. Así el paciente referirá tenesmo, disminución de la fuerza e intermitencia del chorro urinario, goteo postvaciamiento, urgencia e incontinencia. Estos síntomas son similares a otras patologías urológicas. En estadios avanzados las manifestaciones clínicas aparte de la hematuria serán las de la invasión, de tal forma, que si invade vesículas seminales encontraremos hemospermia, si afecta a la red neurovascular, el paciente presentará impotencia y si padece metástasis óseas, se manifestará como dolor principalmente en el esqueleto axial y las extremidades.

Junto a una adecuada historia clínica, la exploración física ha de incluir el tacto rectal. En fases tempranas podemos palpar una próstata normal o un nódulo duro, aislado y bien delimitado. En fases tardías se objetiva aumento de tamaño de la próstata que tiene consistencia pétrea y está mal delimitada.

Entre las pruebas a realizar para el diagnóstico y evaluación de la enfermedad local se incluyen el PSA, una glicoproteína de cadena única producida por las células epiteliales de los acinos y conductos glandulares, que en condiciones normales se secreta hacia la luz de los conductos prostáticos, detectándose en el plasma seminal a altas concentraciones. Niveles elevados (mayores de 4 ng/ml) son patológicos y deben ser estudiados. Sin embargo, esta proteína no es cáncer específica y puede estar elevada en otras patologías benignas de la próstata como HBP o prostatitis. Existen otros parámetros específicos de PSA que ayudan a discernir entre neoplasias benignas y malignas, como son:

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Densidad PSA:es el cociente de PSA en el plasma por el volumen de la próstata determinado mediante ecografía. Cuando el valor es >0.5ng/ml es sugestivo de cáncer.
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Velocidad del PSA:es la rapidez en el incremento de los valores de la PSA en sucesivas determinaciones. Cuando hay un incremento >0.75 ng/ml anual, es sugestivo de cáncer.
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Fracción libre de PSA:se determina dividiendo el PSA libre entre el PSA total.

Cuando el valor es < 0.11 ng/ml es sugestivo de cáncer.

La determinación de PSA no solo sirve para el diagnóstico de sospecha, sino también para conocer la extensión de la enfermedad, ya que en un 50% de los casos en el que PSA >10 ng/mL, el cáncer ha salido de la próstata requiriendo algún tipo de estudio complementario para determinar esa extensión. Si valor de PSA es menor de 10 ng/mL, el cáncer estará limitado el órgano, no requiriendo otro tipo de estudios. Estas decisiones estarán moduladas por otros factores pronósticos, como el grado histológico y el estadío clínico.

La ecografía transrectal: Nos permite delimitar alteraciones de la ecogenicidad de la glándula prostática, observando lesiones sospechosas que son susceptibles de biopsia ecodirigida, para obtener un diagnóstico anatomopatológico. En el caso de un paciente con sospecha de cáncer y una ecografía normal, se realiza una biopsia aleatoria por sextantes (tres tomas de un lóbulo y tres del otro). La ecografía nos informa de la afectación de la cápsula prostática o de la invasión de vesículas seminales. Es frecuente realizar un hemograma y bioquímica con la intención de conocer parámetros que definan la situación basal del paciente o muestren signos de enfermedad avanzada (alteraciones del perfil hepático, elevación fosfatasa alcalina).

El estudio de la extensión local del tumor se completará con TAC abdominopelvico o RNM, UIV cuando esté afecto el TUS o Cistoscopia, si existe afectación vesical. El TAC o RMN nos informan sobre la extensión local del tumor a órganos vecinos, la extensión regional (adenopatías pélvicas, paraorticas) y de la presencia de metástasis hepáticas del tumor. Se suele realizar cuando existe un tacto patológico, un Gleason mayor de 6 y una PSA mayor de 10ng/mL. El estudio de enfermedad metastásica incluirá Gammagrafía ósea, en caso de sospecha de metástasis óseas y Rx tórax, para las metástasis pulmonares.