3. Radiación Ultravioleta
3. Radiación Ultravioleta
Desde finales del siglo XIX se reconoció el papel de la radiación ultravioleta en el riesgo de padecer cáncer de piel. La radiación ultravioleta está formada por:
Este tipo de radiación lesiona el DNA produciendo dímeros de pirimidina, que pueden no ser adecuadamente reparados en personas que padecen enfermedades relacionadas con defectos de reparación del DNA (xeroderma pigmentosum). La radiación ultravioleta induce el 90% de los cánceres de piel en humanos, especialmente del tipo no melanoma. Así exposiciones cortas pero intensas que llevan a quemaduras están relacionadas con incrementos en melanomas, mientras que las exposiciones de larga duración, especialmente en trabajadores del campo y la pesca, llevan a incrementos en tumores no melanoma. Algunos factores modifican el riesgo de cáncer inducido por la radiación ultravioleta. La pigmentación cutánea asociada a la raza como indicador de la cantidad de melanina (protector frente a los rayos UVA-B), es un factor de primera importancia en el riesgo de padecer cáncer de piel. Los individuos de piel blanca tienen un riesgo hasta 50 veces mayor que los de piel oscura. Otro factor
importante en el riesgo asociado a la radiación ultravioleta es la latitud geográfica y el impacto de la pérdida de la capa de ozono. El ozono protege de la irradiación UVA-B y su pérdida está relacionada con incremento de riesgo de padecer cáncer de piel no melanoma.
Otras hipótesis en relación con el mecanismo de acción de la radiación ultravioleta, sería la alteración sistémica de la inmunidad a través de la activación de linfocitos supresores. Esta inmunodeficiencia llevaría a la aparición de un exceso de cáncer en esos pacientes.