4. El Alcohol

4.    El Alcohol

Diferentes estudios muestran la relación entre el consumo de alcohol y el aumento en el riesgo de padecer cáncer en la cavidad oral, faringe, esófago y laringe. Además de presentar evidencias del aumento del riesgo en el caso de cáncer de estómago, colon, recto, hígado, mama y ovario.

La coincidencia de consumo de tabaco, común entre la población bebedora, aumenta los efectos que sobre el riesgo de cánceres de tracto digestivo superior y aparato respiratorio, supone el consumo de alcohol. Cada factor actúa multiplicando el efecto del otro: comparando poblaciones de no fumadores y poco bebedores con grandes fumadores y bebedores, el riesgo relativo de neoplasia en los últimos, aumenta unas docenas de veces. Efectivamente en ausencia de consumo de alcohol y tabaco, el riesgo de cáncer de la cavidad oral, faringe y laringe se reduce notablemente en las poblaciones europeas.

El consumo regular de alcohol puede tener numerosas consecuencias, tanto beneficiosas como perjudiciales sobre la salud del bebedor. Por ejemplo el consumo entre ligero o moderado1 puede resultar protector frente a algunos tipos de problemas cardiovasculares y apoplejías.

A la inversa, el consume excesivo de alcohol, ha sido asociado con la enfermedad hepática; cardiovascular; desórdenes del tracto digestivo; y la enfermedad grave, heridas, violencia o muerte causadas por los accidentes de tráfico donde el alcohol esta presente.

Otro grupo de desórdenes que ha sido relacionado con el consume excesivo de alcohol es el cáncer, en particular los cánceres de tracto respiratorio y digestivo superior (por ejemplo: boca, faringe, laringe y esófago).

A pesar de que las experiencias en animales no han podido demostrar que el consumo de alcohol es la causa directa de estos cánceres, si existen pruebas epidemiológicas que evidencian que el exceso en el consumo de bebidas alcohólicas aumenta el riesgo de estos cánceres.

El consumo de alcohol, también se asocia con el cáncer de hígado. Esto es difícil de investigar en estudios epidemiológicos, al tratarse de una relación indirecta. Así, el consumo excesivo de alcohol provoca cirrosis hepática en gran parte de los bebedores la cual puede derivar en cáncer de hígado.

Además en los alcohólicos se incrementa el riesgo de infección por el virus de la hepatitis C (HCV), que también puede tener como resultado el cáncer de hígado.

El consumo de alcohol también se ha relacionado con cánceres del intestino grueso (recto y colon) tanto en hombres como en mujeres y con el cáncer de pecho en mujeres, aunque estas asociaciones no han podido ser comprobadas inequívocamente.

No obstante, por tratarse de los dos tipos de cáncer más comunes de los países desarrollados después del cáncer de pulmón, un incremento moderado en el riesgo del cáncer de pecho y colorrectal, puede afectar a un número importante de casos y por tanto tener importantes implicaciones en salud pública.

La asociación entre el consumo de alcohol y otros tipos de cáncer (estómago, páncreas, próstata, y cáncer de endometrio) es todavía controvertida.

Se ha sugerido que el consumo de alcohol no sólo supone un efecto multiplicativo de los efectos carcinógenos del consumo de tabaco, sino también sobre otros agentes carcinógenos a los cuales el tracto superior respiratorio y digestivo suele estar expuesto, incluyendo los de origen dietético. El aumento del riesgo de cáncer en alcohólicos se atribuye a las cantidades de etanol presentes en los destilados de alta graduación alcohólica. Así el riesgo tiende a aumentar con el aumento etanol consumido. No obstante, todavía no esta claro si existe un umbral por debajo del cual no se produce el aumento del riesgo.