1. INTRODUCCIÓN

1.         INTRODUCCIÓN

           El control tumoral secundario a los tratamientos con radioterapia está determinado, entre
otros factores, por la dosis máxima que pueda ser administrada con un riesgo aceptable de toxicidad
en el tejido sano.

           De todos los pacientes tratados con intención radical, sólo algunos van a presentar reacciones
agudas y tardías severas. Este hecho condiciona la dosis de radioterapia a administrar, ya que la dosis
total va a estar limitada por la tolerancia de estos pacientes más radiosensibles (Horwich et al, 1990;
Withers et al, 1992
).

           La posibilidad de determinar de antemano la radiosensibilidad del paciente, permitiría mejorar
la calidad de un tratamiento radioterápico (Bentzen et al, 1998; Mackay et al, 1999). Para ello, se han
desarrollado ensayos predictivos que nos permitirían identificar aquellos pacientes más radiosensibles,
a los que podríamos reducir la dosis total de irradiación o modificar el fraccionamiento, reduciendo
de este modo los efectos no deseados, tanto agudos como tardíos en el tejido sano.

           Existe una variabilidad individual en la respuesta al tratamiento radioterápico de tal forma
que, incluso después de un tratamiento estandarizado, pacientes con factores de riesgo equiparables
pueden presentar una gran variabilidad en la toxicidad del tejido sano. El 90% de la variación de la
radiosensibilidad puede explicarse por factores intrínsecos del paciente (Safwat et al, 2002).

           La existencia de una diferencia individual en la respuesta a la radiación fue documentada por
Tucker et al., (1992,1996), Turesson (1989,1990,1996) y Bentzen (1998). En sus trabajos
demuestran que los pacientes con similares factores de riesgo presentan distinto nivel de toxicidad
tanto aguda como crónica y que son sus diferencias intrínsecas las responsables de la variación que
se observa en la aparición de dichas toxicidades.